ROSA LÓPEZ CASERO
Que una pequeña ciudad como Trujillo, de
casi diez mil habitantes, sea capaz de organizar una Feria del Libro durante
tres años consecutivos, es un hecho loable que ensalza a sus organizadores y es
signo de que entre sus prioridades está promocionar la cultura. Sobre todo,
cuando la lección inaugural corre a cargo de un escritor consagrado y premio
Planeta como Juan Manuel de Prada y
tienen la gentileza de invitar a escritores cacereños (entre los que me
incluyo).
Presentar mi segunda novela histórica en
dicha Feria, arropada por la Directora de la Editora Regional extremeña, Rosa
Lencero, y por el catedrático de la UEX, Fernando Serrano Mangas, es un lujo
que se da por bien pagado cuando ves la cara satisfecha de quienes te escuchan.
Este mismo ejemplo de Trujillo lo
siguen, afortunadamente, otras ciudades extremeñas como Cáceres, Plasencia,
Almendralejo, Mérida, Badajoz. Y más si tenemos en cuenta que, además de la
invitación de famosos ─como reclamo─, se preocupan de promocionar a los
escritores de la tierra. Todo un detalle. Ejemplos como estos deberían cundir
en nuestra Comunidad Autónoma.
Al llegar la primavera, brotan las
Ferias del Libro en Extremadura. Los libros son las flores más valiosas, aquello
que perdurará a pesar de las modas o de las ideas, los que te acompañan siempre,
te alegran, animan, informan, conmueven, transmiten sosiego, belleza y ─lo más
importante─, con estas Ferias se trata de remover los sentimientos de las
personas y la voluntad de los jóvenes que son nuestro futuro. El día que una
carpa, en una Feria del Libro, esté llena de gente joven, ese día habrá
triunfado la cultura.
La lectura forma críticos, gentes
disconformes que piensan por sí mismos, que pueden estar de acuerdo, o no, con lo que leen y emiten sus propias respuestas.
Corresponde al lector sacar las conclusiones y
analizar el revulsivo que necesita. Por eso sigo pensando que, un libro, además
de enriquecer nuestro espíritu, nos enseña a caminar.
Nos provocará alegría, pena, hastío,
ilusión, interés por saber más. Nos sumerge en un mundo de sensaciones,
agradables o no. Pero nunca un libro nos dejará indiferentes.
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