martes, 16 de septiembre de 2014

ENMUDECIÓ EL TAMBOR DE "CACHICÁ"

Cuando doblaron las campanas, todo Coria se conmocionó al enterarse de que el toque era por el tamborilero Cachicá.
Apuntaba en el libro que publiqué sobre nuestra ciudad: Coria (1860-1960): “Decir Cachicá es representarnos la imagen del tamborilero más famoso de Coria. Aniano González Bautista aprendió muy joven a tocar el tamboril, oficio en el que ha estado 53 años. Fue autodidacta. Ganaba 4 duros por tocar todo el día. Su presencia era requerida por todos los pueblos de la comarca, en procesiones, fiestas y alborás.
En este libro aparece reflejada una parte de la vida de nuestra ciudad y de sus habitantes. En el apartado Retratos dije que se pretende detener el tiempo en el instante en que sale el fogonazo. Y el tiempo se detuvo para inmortalizar la figura de nuestro tamborilero como persona relevante: Cachicá.
Para documentarme, le visité varias veces en la Residencia donde se encontraba recluido, por su edad, y echamos muchas parrafadas. Me invitaba a su casa de la Calle Riolobos, donde me enseñaba las fotografías de su familia, recordaba a las personas que ya no estaban y de reojo yo veía sus ojos húmedos. Evocaba sus recuerdos dormidos, desde su dura infancia llena de privaciones, de hecho, la imagen que aparece en el libro es la de un Aniano joven tocando el tamboril por el campo, con la flauta de caña que él mismo se fabricaba.
Me contaba anécdotas de su vida y creo que, por un momento, le hacía sentirse importante. Todas las personas necesitamos comunicarnos y que nos escuchen y más las personas mayores que han dejado a muchos de sus seres queridos por el camino, y se encuentran solos.  
Se enorgullecía de que durante los Sanjuanes se tiraba tocando toda la semana, por las calles, en la plaza, y de peña en peña.
Entrañable sería el adjetivo que mejor definiría a Cachicá. Y humilde, trabajador, afable, generoso.
Todo Coria le quería y el Ayuntamiento le reconoció sus méritos cuando se le impuso la Medalla de la ciudad. La recibió, lleno de orgullo, con su característico traje típico con el que tocaba siempre desde adulto.
Hay personas que siempre estarán presentes en la historia de un pueblo y en el recuerdo de sus gentes. Y, aunque su tamboril haya enmudecido, siempre nos quedará la imagen de nuestro querido tamborilero.
Si existe vida en otras galaxias, seguro que por allí andará nuestro Cachicá tocando con su tamboril a aquellas gentes la canción que mejor nos representa: el Cielito lindo.

PUBLICADO EN LA CRÓNICA DE CORIA EN AGOSTO DE 2014





  


PUBLICADO EN LA CRÓNICA DE CORIA EN AGOSTO DE 2014